La agricultura ecológica, biológica u orgánica podría definirse como un sistema de producción basado en el respeto al medio ambiente, con el objetivo de obtener alimentos
sanos con sus propiedades naturales intactas. Este sistema trata de evitar el empleo de productos químicos de síntesis (fertilizantes, herbicidas, plaguicidas, reguladores
de crecimiento, etc.), los cuales son sustituidos por otros de origen natural, técnicas de control biológico, labores culturales enfocadas a la prevención de plagas
o enfermedades, etc. Antes de optar por esta forma de agricultura el productor debe conocer todo lo que conlleva, no sólo en sus aspectos positivos, como la importancia social de producir alimentos sanos con sabor natural, sino en los negativos, como la atención permanente, conocimiento de plagas y/o enfermedades, tratamientos eficaces, etc.
El conocimiento sobre los productos fitosanitarios de síntesis puede compararse con un iceberg, su parte sumergida y, por tanto, más desconocida es inmensamente mayor
que su parte visible y conocida. El grado de influencia que estos productos ejercen sobre el medio natural y la salud humana podrían estar siendo más devastadores
de lo que la sociedad actual percibe. Desgraciadamente resulta complicado llevar a cabo estudios rigurosos e independientes que nos hagan, de una vez por todas, salir
de la duda; entre muchas razones por ser inviable económicamente el proyecto a realizar al ser de larga duración y por la posibilidad de acabar comprometiendo los
pingües beneficios de las multinacionales farmacéuticas. Los datos reales disponibles sobre los productos de síntesis confirman que hacen más rentable la explotación
agraria pero producen desequilibrios evidentes en el entorno ecológico de su ámbito de acción y podrían estar causando serias alteraciones en el organismo humano.
En la distribución continental de la superficie ecológica destaca Oceanía con un 40 % del total, seguida de Europa (27 %) y América Latina (15 %). Entre los países, Australia
figura en cabeza con más de 17 millones de hectáreas, le sigue Argentina con más de 3, EE.UU. y China con más de 2, y en la quinta posición España con unos
2 millones de hectáreas (Willer and Lernoud, 2016). El liderazgo en superficie ecológica de la UE lo ostenta España. Andalucía es la región que ocupa el primer lugar con un 52 % del total, seguida de Castilla-La Mancha (19 %) y Cataluña (7 %).